Viví la experiencia Yoga; un viaje de ida para sentirse bien
Esta ancestral disciplina originaria de la India es distinta a cualquier otro tipo de actividad física, ya que al practicarla se experimenta una particular y placentera conexión entre el cuerpo y la mente. Conocé cómo es una clase de la mano de una profesora de Parque Sicardi



Por Eliana González.
Salí de mi primera clase de yoga sintiéndome relajada y con las energías renovadas de pies a cabeza, como si hubiese dormido una siesta reparadora después de haber trabajado músculos y articulaciones, a través de distintos movimientos guiados por una profunda respiración. Comprendí entonces que esta ancestral disciplina originaria de la India es distinta a cualquier otro tipo de actividad física, ya que al practicarla se experimenta una particular conexión entre el cuerpo y la mente. Es una pausa necesaria para el ritmo acelerado en el que vivimos, y el entorno natural de Parque Sicardi, lejos del ruido y el estrés, es el escenario ideal para hacer yoga.
En nuestro barrio, la profesora Pamela Vecchioli Caffé da clases de yoga integral; las mismas son de una hora de duración durante la cual, los primero 40-45 minutos se trabaja alternativamente con asanas (posiciones) de equilibrio, fuerza y elongación coordinadas con una respiración acorde para cada una de ellas, lo que conduce a un estado de bienestar interior, relajación y equilibrio interno. Mientras que los últimos 15-20 minutos se dedican a la relajación.
Pamela explica que el Yoga consiste en tomar conciencia, mientras lo practicamos, que además de tener una mente tenemos un cuerpo. “La idea es que con cada postura nos conectemos con las distintas partes que lo componen”, afirma.
Durante la clase se trabaja con movimientos articulares suaves y conscientes llamados kriyas, y con elongaciones musculares donde la respiración actúa como factor de enlace entre la voluntad y la relajación evitando contracturas y malas posiciones corporales.
Además se trabaja la fuerza a través de asanas que permiten mantener un tono muscular equilibrado sin desarrollar masa, salvo en caso de que sea necesario. Mientras que el equilibrio se trabaja a través de asanas para aumentar la concentración y desarrollar una actitud de fortaleza frente a las condiciones cambiantes del medio.
La última etapa está destinada a la relajación, que pone broche a la clase permitiendo que la mente plasme la experiencia vivida por el cuerpo en los 45 minutos de trabajo físico y dando espacio a un descanso reparador físico y mental.
Sin dudas, el yoga es una disciplina digna de experimentar; como dice Pamela “un camino de ida” a través del cual se descubre una forma de vivir mejor. “Mis alumnos me cuentan que desde que vienen a las clases duermen mejor, no sufren dolores de cabeza ni contracturas”, sintetiza la profesora.
Por consultas y horarios para tomar clases podés comunicarte al 2215998380 a través de Facebook: Pamela Vecchioli Yoga Integral